29 de enero de 2009

...Last Day....

A las seis de la mañana salía mi hija para el colegio. Ese día la ruta Se atrasó y casi nunca sucede. Mi hija Mariana, estaba preocupada, no le gustaba llegar tarde. Se sentó en el andén y yo lo hice junto a ella, empezamos a conversar y me contó que su hámster había tenido cría, yo nunca me enteré porque estaba muy ocupado en cuestiones de trabajo.

Ya había un poco mas de luz y mi hija se levantó, le pregunté por que lo hacia y me dijo que ya había llegado la ruta, señalando una buseta, me abrazó y me dijo: papito te amo.

Sus palabras me conmovieron, decidí dedicarles más tiempo. Entre a mi casa, me bañé, me coloqué mi elegante traje, me tomé un tinto y me fumé un cigarrillo en el jardín. Entre de nuevo a la casa, subí hasta mi habitación y ahí estaba Sandra, mi esposa, aún dormida. Me despedí con un beso en la frente, despertó y yo le dije que esa tarde iríamos a comer helado, me preguntó asombrada porqué y le dije que debía recuperar mi familia.

Fui hasta el garaje, mi carro no prendió, tenía un raro presentimiento, pero lo ignoré y llamé al servicio de taxi, no podía llegar tarde, tenía asamblea. Como a eso de las diez cuando la asamblea ya había iniciado, empecé a oír gente gritando, de pronto un hombre vestido de camuflado abre la puerta y nos dijo que había amenaza de bomba y debíamos desalojar el lugar.

Fueron momentos muy confusos, y la verdad no recuerdo muy bien lo que pasó , hasta que me encontraba en un bus con el resto de mis compañeros, y un soldado me decía que estaba secuestrado, no entendía nada.

Sólo veía gente abrazándose y felicitándose, éramos como un premio que ellos habían ganado; Estábamos en los farallones de Cali y emprendíamos una caminata que nadie imaginó que era el comienzo de una lucha por la liberta. Caminamos durante mas de dieciséis horas, los guerrilleros, quiénes antes eran soldados nos empujaban, nos madreaban y hasta me escupían.

Había pasado ya más de un mes y no sabía qué sucedía con mi familia, de que vivían, como comían y si dormían tranquilos, cosa que no había podido hacer yo, así fue pasando el tiempo, nadie sabía que sucedía con nuestras familias, hasta que los guerrilleros, los compresivos guerrilleros, nos regalaron un radio, entonces pudimos saber sobre nuestras familias, siempre escuchábamos sus palabras de aliento, y nos daban más ganas de vivir, pero yo nunca escuchaba a mi esposa.

Vivía como lo que siempre detesté, como una cucaracha; Todo a mi alrededor estaba sucio, tenía un camastro, que cuando llovía se embarraba, junto con mi ropa, Era muy oscuro y habían los más detestables insectos y ahí dormía, mi almohada era una piedra y mi cobija la corteza de un árbol viejo, estaba muy cansado , muy enfermo tenía hongos en los pies, por culpa de las piedras del rio donde me bañaba, yo era alérgico a el jabón azul que nos daban para bañarnos necesitaba fuerzas y las saque de pensar como sufriría mi familia, las saque de su vida, de su fuerza.

Fue un domingo, yo ya había perdido las esperanzas, mis compañeros encendieron la radio y Juan Gossain dijo que ahí estaba Sandra, la esposa de uno de los diputados secuestrados, mis compañeros me llamaron, cuando escuché su voz hubo un gran silencio, solo podía oír su voz, estaba desconsolada y con voz entrecortada por las lágrimas me decía que me amaba y yo desde cautiverio le decía que también lo hacia, así pasó el tiempo, cuatro años, once meses y treinta días de soledad, de impotencia, de estar muerto en vida, de estar secuestrado. El tono de voz de Sandra era muy raro, estaba desconcertado.

Al día siguiente, el lunes veía mucho movimiento en el campamento, tomé un vaso con café y encendí la radio, estaban transmitiendo el programa de Gossain pero esta vez estaba mi hija mariana, hace cinco años no la escuchaba ya no era la pequeña nena de diez años que yo había dejado, era una señorita que me daba fuerzas para vivir, me dijo que sus cumpleaños estaban cerca y deseaba que yo estuviera ahí para celebrarlos, Hubo un gran silencio y Gossaín le preguntó que si no quería decir nada más y ella dijo: papá soy abuela, la hija de mi hámster tuvo cría pero ella murió, yo recordé aquél día, aquél negro día y lloré, hubo un silencio de nuevo y me dijo, Papi, ya no vivo con mi mamá, vivo con mi tía Lucy, mi mamá se casó con otro señor y me cae muy mal, mañana entro al colegio nuevo, estoy muy emocionada, tengo útiles nuevos, papito, te estoy esperando.

La siguiente semana recibí la peor noticia del mundo, eran las siete de la noche y como es costumbre escuchábamos el noticiero, el locutor dijo, hoy es un día negro para la familia de uno de los diputados secuestrados, recibimos la noticia de que Mariana Giraldo falleció, quise morirme, ya no tenia nada por que luchar para recuperar mi libertad, mi esposa ya no lo era, mi hija muerta, que más me podía pasar, al otro día escuché una entrevista, mi hermana Lucy dijo las razones por las cuales había muerto, Imaginé muchas cosas, menos la verdadera, Mariana, mi princesita, se había suicidado, dejó una carta, en ella decía las razones, odiaba a su madre, el papá no podía verla crecer y sus compañeros de clase se burlaban por tener un papá secuestrado.

No pude seguir escuchando más, salí, llegaron los comandos y nos dijeron que alistáramos las cosas, que nos íbamos, cojí mi pequeña maleta y recogí las cosas, empezamos a caminar, cuando ya llevábamos una hora haciéndolo nos subieron a una balsa para atravesar un rió y hoy estoy aquí, no sé donde solo recuerdo que ese día oímos disparos y el pecho me ardió, no sé donde estoy, pero estoy bien, estoy descansando con mi princesa por fin viéndola crecer.

ANDRES OVIEDO

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